jueves, 19 de enero de 2017

Los sucesores de Ferrer





El mundo del deporte, como la vida misma, es un mundo en el que la comparación con algo o alguien ajeno a nosotros está a la orden del día. Por ello, ante la más mínima luz que arroja un joven deportista, se cierne sobre él una sombra oscura y en ocasiones demasiado dañina: las expectativas.

En fútbol siempre se ha buscado a los nuevos Pelés y Maradonas, en baloncesto se ha hecho lo mismo permanentemente con Jordan. En tenis, que es lo que nos concierne, después de que Federer derribara todos los mitos habidos y por haber, el suizo se convirtió en el modelo a imitar.

El dominio del de Basilea fue aplastante hasta que apareció Rafael Nadal. El español, con su melena al viento, sus pantalones piratas, su camiseta sin mangas y una garra fuera de lo común se convirtió en el héroe o villano, según la perspectiva y gustos del espectador, del mejor tenista de todos los tiempos. De esta forma surgía el fenómeno de Nadal, capaz de asaltar el Olimpo de los privilegiados. Nacía otro ejemplo a seguir, en España y fuera de ella.

Desde ese momento todo tenista que asomaba ligeramente la cabeza en este país tenía la enorme losa sobre sus hombros de ser ‘el siguiente Nadal’. Jugadores como Carlos Boluda o Javier Martí, que en 2017 cumplirán 24 y 25 años respectivamente, vieron cómo sus fantásticas carreras a nivel juvenil pronto les situaron ante el más severo de los juicios para un deportista: la opinión pública. Entre lesiones y falta de progresión las carreras de ambos tenistas nunca han alcanzado las cotas que se esperaban hace diez años. En el caso de Boluda es reconocido por él mismo que la comparación con Nadal le hirió por ser incapaz a la larga de seguir el ejemplo de Nadal: la exposición mediática fue demasiado para alguien que a nivel profesional todavía no había sido probado.

Nadal comienza a forjar su leyenda en una época en la que el tenis español estaba al alza. Juan Carlos Ferrero y Carlos Moyá seguían siendo tenistas completamente de élite cuando el de Manacor entra en el circuito ATP, derribando todo lo que se encuentra a su paso. Por ello, lejos del aun vigente poder de Ferrero y Moyá y de la explosiva irrupción de Nadal, pocos parecían ver entre tanto brillo a alguien que, lejos de los focos, también comenzaba a crear su senda. Había nacido tenísticamente David Ferrer y casi nadie se había percatado de ello.
 
Jugadores como Fernando Verdasco, Feliciano López, Tommy Robredo o Nico Almagro, tenistas de élite que en cualquier rincón del mundo serían idolatrados hasta la saciedad, quizá en España no han obtenido nunca el crédito acorde a lo que han sido sus respectivas carreras. Mismamente David Ferrer, cuya carrera ha sido netamente superior a la de todos los citados, no ha sido nunca objeto ni de la décima parte de los halagos que su carrera ha merecido. Pese a estar entre los elegidos, entre los mejores jugadores del mundo, su relevancia ha sido muy escueta. Para los medios y gran parte de los aficionados un torneo terminaba en el mismo momento en que la participación de Nadal se veía interrumpida. La figura de Nadal, tan inmensa y merecidamente grande, parece que abarcaba demasiado espacio como para que fuera posible desviar un mínimo la mirada hacia nada que no fuera su brillo.

Lejos de los focos, la carrera de David Ferrer ha sido envidiable. Y por ello, por la ausencia de exposición mediática, pocas veces o ninguna se ha tratado de encontrar un sucesor al de Jávea.
Total,  ¿para qué hacerlo, si podemos buscar al de Nadal?

La realidad es que no va a volver a haber un Rafa Nadal. Tampoco volverá a haber otro Roger Federer, por mucho que la gente insista en Dimitrov, otro al que las odiosas comparaciones han dañado más que beneficiado. Y tampoco habrá, obviamente, otro David Ferrer.

No obstante sí podemos encontrar similitudes con el alicantino en un par de tenistas todavía emergentes. Casi sin querer, cocinados a fuego lento y lejos de la losa no solo de las comparaciones con Rafa Nadal, sino con cualquier tenista de élite español, han aparecido en el panorama Roberto Bautista y Pablo Carreño. Han surgido, sin voces que los reclamaran, los sucesores de Ferrer.

Tanto Bautista como Carreño llegan a 2017 tras una temporada pasada magnífica, de consolidación de ambos entre las mejores raquetas del circuito ATP. Su perfil de juego y su trayectoria recuerdan a la de Ferrer. 



En 2016 España volvió a ser el país cuyos jugadores ganaron más títulos del circuito ATP. De los 10 títulos ganados solo 2 llevaron la firma de Rafa Nadal. Los mismos que, casualmente, llevaron la firma de Bautista y Carreño. El castellonense y el asturiano son a día de hoy las alternativas más fiables a corto y medio plazo del tenis nacional para ir sumando títulos al casillero español. 

Es innegable que las llamas de Nadal y Ferrer se van apagando. Entre ambos han ganado 95 títulos, 69 del de Manacor por los 26 del de Jávea. Ni Roberto Bautista ni Pablo Carreño van a alcanzar lo logrado por Rafael Nadal. Segurísimamente tampoco lograrán cosechar tantísimo como consiguió Ferrer. Pero es que tampoco han de hacerlo. Hablamos del palmarés de quizá los dos mejores tenistas de la historia de este país.

Este texto no intenta ni mucho menos poner presión alguna sobre ninguno de los dos, porque ni tengo la difusión ni tengo ningún interés en hacer algo así. Lo que pretenden estas líneas es que sean reconocidos, algo que se les negó a otros como fue el caso de Ferrer. Porque, sin Nadal, va a quedar un hueco vacante, un vacío que debe ocuparse si no queremos que el tenis español entre en decadencia al menos hasta que emerja la próxima figura del tenis español, momento en el que volveremos a infravalorar lo que ya tenemos, como hacemos con todo.

Bautista y Carreño están capacitados para cohabitar en esa plaza. No van a temer comparaciones, no son niños a someter al juicio de la opinión pública. Han llegado alto sin la ayuda del aficionado ni del halago, quizá nos sorprendamos de lo que son capaces si reciben algo de cariño y apoyo. Porque todos, hasta los que triunfan, necesitan ayuda de alguien para dar el siguiente paso.

martes, 23 de octubre de 2012

La última picadura de "El Mosquito"


Tristemente ha llegado el día que muchos temíamos. Juan Carlos Ferrero acaba de jugar su último partido de tenis en el circuito ATP: a los 32 años decide colgar la raqueta.

Son muchos momentos y muchos sentimientos los que tengo en la memoria gracias a la figura de este tenista, demasiados como para ser plasmados en una simple entrada de un blog. Apenas tenía 8 años cuando Ferrero me hizo levantar del sofá y pegar un grito enorme con aquel mítico passing a Lleyton Hewitt, golpe que nos daba nuestra primera Copa Davis, golpe con el que empecé a amar este deporte y lo que significaba. Con solo 20 años había conseguido que todo un país estuviera pendiente de un televisor, había calado en personas que gracias a él comenzarían a interesarse de verdad por el tenis.

Que nos diera aquella Copa Davis tampoco fue una gran sorpresa. Ya había demostrado de lo que era capaz sobre tierra batida llegando a semifinales de Roland Garros meses antes de la final de la Davis. Lo mejor de todo es que todavía no habíamos visto la mejor versión de ese chico rubio y delgaducho.

Ese chico valenciano que tanto apuntaba confirmó todos los pronósticos que albergaba su persona. Ese chico en 2001 comenzó a demostrar que estaba destinado a formar parte de la historia de este deporte, acabando con solo 21 años en el puesto número 4 de la ATP al finalizar la temporada, y volviendo a firmar semifinales en Roland Garros.

En 2002 alcanzó su primera final de Grand Slam, en Roland Garros, donde cayó derrotado frente a Albert Costa, y pese a acabar el año unos puestos por detrás del anterior, Juan Carlos seguía quemando etapas y alcanzando esa madurez que todo tenista necesita. Esa madurez de la que hablamos se demostró en 2003.

Fue sin duda el gran año de Juan Carlos Ferrero. Tras tres años estando cerca, por fin consiguió el deseado triunfo en Roland Garros, inscribía su nombre en el palmarés de la Copa de los Mosqueteros tras vencer cómodamente a Martin Verkerk sobre la arcilla de la Philippe Chatrier. No sería su único gran momento de la temporada. Alcanzaría la final del US Open, donde fue derrotado por Andy Roddick. Cierto es que se quedó con la miel en los labios, pero esa final, esa regularidad alcanzada durante la temporada le llevaba a la cima del ránking ATP. El 8 de septiembre de 2003 era el día en que Juan Carlos Ferrero se convertía en el mejor jugador del mundo.

Al frente de la clasificación estuvo dos meses, tras los cuales el trono le sería arrebatado por parte de Andy Roddick. Y así acabó ese maravilloso año para Ferrero y para el tenis español.

Tristemente, ahí empezó el calvario de mi tenista favorito. Desde entonces las lesiones no nos han dejado disfrutar con continuidad del juego de Juan Carlos. Muchos años en los que, aunque haya sido a cuentagotas y durante momentos puntuales de las distintas temporadas, hemos visto cómo la infinita clase de este jugador valenciano maravillaba.

La mayoría de los jugadores, de haber sufrido los problemas físicos que ha tenido Ferrero, habrían renunciado mucho antes y hubieran tirado la toalla. Pero este chico ha estado toda su vida hecho de otra pasta. Ha luchado siempre por intentar volver a ese asombroso nivel de 2003, ese nivel que le llevó a ser la mejor raqueta del planeta. Cuando muchos le daban por muerto, él volvía a demostrar que si bien su físico quizá no le daba para volver a ganar grandes torneos, lo que le faltaba de físico lo suplía con una gran dosis de talento y afán de superación. Y no tenía por qué. No tenía que demostrar nada a nadie. Pero él lo seguía haciendo, él seguía callando las bocas de los que le daban por retirado.

Hoy, lo queramos o no, es un día triste para los amantes de este deporte. Nicolás Almagro, íntimo amigo de Ferrero, pone fin a la carrera profesional del jugador de Onteniente.

En tiempos de un coloso como es Rafael Nadal es complicado para quien no sigue el tenis en profundidad juzgar los enormes méritos que ha cosechado Ferrero o los que han cosechado otros tenistas como han podido ser Moyá, Corretja o en la actualidad jugadores como Ferrer, Verdasco o Almagro.

Pero la realidad es que las picaduras de "El Mosquito" le situan entre los más grandes jugadores que hayan pisado una pista de tenis, forma parte de la leyenda de este deporte.

Con un tenis completísimo, terrible adversario en cualquier superficie, deja el tenis Juan Carlos Ferrero.

La última picadura de este Mosquito es la huella imborrable que deja en todos los que le hemos visto jugar.

Juan Carlos Ferrero, gracias por todo.

domingo, 21 de octubre de 2012

En busca de la segunda espada

Falta menos de un mes para que el conjunto español de Copa Davis viaje a Praga en busca de su sexta Ensaladera. Un mes en el cual Álex Corretja tendrá que pensar mucho en la estrategia, pues si Ferrer parece claro (salvo lesión, es un fijo) que jugará individuales y la pareja formada por Marcel Granollers y Marc López se encargará del dobles, todas las dudas de la Armada se centran en quién será el segundo espada, quién será el tenista que ejerza de número dos de los nuestros.

Con Nadal prácticamente descartado para esta función (hay rumores de una posible participación en el dobles) por culpa de la lesión que arrastra desde Wimbledon, las opciones de Corretja para este compromiso deberían situarse entre los siguientes tenistas:

- Nicolás Almagro: A priori es el principal favorito para ocupar el puesto. Presente en todas las eliminatorias de la vigente edición de la Copa Davis, sería relativamente injusto dejarle fuera en el partido más importante. Pero la realidad es que no es el más adecuado. Nico, pese a haber alcanzado el Top-10 este año y haber progresado bastante en superficies rápidas, sigue sin ser un jugador de plenas garantías ante este tipo de duelos. Su reciente enfrentamiento con Berdych, en el cual fue derrotado cómodamente por el checo en unas condiciones parecidas a las que se darán en el O2 de Praga, hacen que su participación en esta final sea dudosa, al menos en el punto contra el actual número 6 de la ATP.

-Feliciano López: Opinión personal, pero sería mi elección. Es un jugador que siempre que representa a España aumenta sus prestaciones haciéndolo un rival durísimo. Esas lagunas mentales o dejadez que pueda tener cuando participa en el circuito ATP desaparecen cuando el toledano sale a la pista a defender los colores de la Armada. Las condiciones que se darán en el O2 favorecen su estilo agresivo de saque y volea. Un dato muy importante: en sus últimos duelos con Berdych y Stepanek sobre pista rápida Feliciano ha salido como vencedor.

-Fernando Verdasco: Capaz de lo mejor y de lo peor. Más lejos de lo que dice el ránking de aquel nivel que le llevó a ser Top-10 en 2009, el madrileño no está cuajando una buena temporada. Su H2H con Berdych y con Stepanek no llevan al optimismo. Es otro de los jugadores que cuando juega con España se motiva especialmente, mas no creo que sea suficiente como para ser elegido en esta ocasión para representar al combinado dirigido por Corretja.

- Marcel Granollers: Muy pocas opciones de jugar el individual, le incluyo la lista por ser un jugador que responde bien en este tipo de pistas indoor. Sus mejores actuaciones a nivel individual se han dado bajo el techo del Ágora valenciano, donde Marcel fue subcampeón en 2010 (derrotado por Ferrer) y finalmente campeón en 2011 (derrotando a Mónaco en un increíble final).

Todos son jugadores de garantías, todos dan el máximo cada vez que juegan con España, pero no nos engañemos. Esta vez no somos favoritos.

Berdych está en un gran momento de forma, la pista favorece sus potentísimos golpes e incluso le situo favorito en su partido contra Ferrer. Por otro lado, Stepanek es un jugador impredecible, con un juego extraño en el cual puede atrapar a cualquiera, siempre es peligroso. Además es un grandísimo doblista.

Muy complicada la faena para los nuestros, pero también lo era en Argentina. Juega a nuestro favor que parte de nuestro equipo ya sabe lo que es ganar la Copa Davis, algo importante ya que los nervios pueden jugar malas pasadas.

Incógnitas que se resolverán dentro de 4 semanas. Somos muchos los que esperamos con ganas que llegue el 16 de noviembre. Las espadas estarán en alto en el O2 Arena de Praga, la Ensaladera estará en juego.

lunes, 15 de octubre de 2012

El turno del cuarto mosquetero

Domingo, 31 de enero de 2004. Ese día es el último en el cual un tenista no llamado Roger Federer, Rafael Nadal o Novak Djokovic estuvo en la cima del tenis mundial, copando ese tan ansiado por muchos número 1 del Ránking ATP. El tenista del que hablamos no es otro que Andy Roddick, que cedería el trono ante Federer tras la consecución por parte del suizo de su primer Open de Australia.

Desde entonces han pasado 455 semanas. Casi 9 largos años gracias a los cuales Federer puede presumir de haber alcanzado las 300 semanas como líder de esta clasificación, récprd absoluto. Casi 9 largos años en los que ha dado tiempo a que dos tenistas completen el Grand Slam y un tercero se haya quedado a las puertas de ello.

Y ha habido un cuarto tenista que siempre ha estado cerca del nivel mostrado por el terceto Federer - Nadal - Djokovic. Un cuarto tenista que a lo largo de estos últimos años siempre ha estado a la sombra, cosechando logros, torneos con mucho prestigio como son los Masters 1000, pero al que le ha faltado dar ese paso adelante para que se le pudiera empezar a juzgar de igual a igual con estos tres mosqueteros de la raqueta.

Andy Murray ha dado ese paso que se le exigía en este 2012. La gran esperanza británica está dejando de serlo para convertirse en realidad, en una verdadera alternativa al trono ATP.

Benditos Juegos Olímpicos para el británico. En su casa, sobre la hierba del All England Club, Andy perdió los miedos después de destrozar a Roger Federer contra todo pronóstico. Esa medalla de oro tuvo un valor para Murray mucho mayor que los 750 puntos para el ránking que significaba ganar el campeonato. En lo que se refiere a puntos ATP, este título tiene menos valor que un Masters 1000. Pero moralmente no. Para Murray fue como haber ganado un Grand Slam, de golpe y plumazo se había logrado quitar esas tenazas que le sujetaban.

Y se demostró en el US Open. Allí logró su primer Grand Slam el escocés. En Flushing Meadows demostró que el viejo Andy había quedado atrás, ese Andy que había perdido con anterioridad sus cuatros finales de Grand Slam, ese Andy que en el momento de la verdad se arrugaba y bajaba la cabeza ante los tres tenores.

No pasa nada porque haya perdido la final de Shanghai ante Djokovic después de haber gozado de numerosas pelotas de partido, eso les ha pasado a todos los grandes y será una derrota de la cual aprenderá.

Actualmente en el número 3 de la ATP, Murray debe ser consciente de que en 2013 tiene una oportunidad de oro para alcanzar la cima del tenis mundial. Defiende muchos menos puntos que Federer, Nadal y Djokovic en la primera mitad del año. Depende de sí mismo para lograr ser el primer británico en la Era Open en llegar a lo más alto del ránking ATP.